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Prometía ser un Comité de Dirección de trámite, de esos previos a la pausa vacacional, ya sabéis, unos indicadores, un repaso superficial de proyectos, la revisión obligada del plan estratégico, la proyección financiera y de ventas hasta fin de año, un par de bromillas y la comida para compartir destinos vacacionales, problemas con los hijos adolescentes, etc. Pero todo se torció cuando todos constataron que la presentación del Director Financiero tenía una calidad bastante mejorable, por ser benévolos o, como diría el ínclito Curro Romero, “este toro no tiene dos pases”; el Director General no pudo aguantar más cuando la siguiente página contenía datos del trimestre anterior y pronunció aquellas palabras que todos conocían bien y que comenzaban con “inaceptable”. En ese momento se accedió a la siguiente fase de la ópera conocida como Operación Tinta de Calamar: el administrativo que preparaba las gráficas estaba de baja, lumbago galopante, al igual que la joven técnica de Contabilidad, rotura de clavícula en bici de montaña, que a su vez reemplazaba la maternidad de la mano derecha del Director. 

Y allí se abrió la espita de la Operación Barra Libre: un coro asíncrono de voces se alzó para culpar al absentismo de todos sus males. El Director de Calidad, que había visto empañada su trayectoria con varias no conformidades en la ISO, no tuvo ninguna duda de que la causa raíz fue la baja repetitiva de su experta por el síndrome post-Covid recurrente. La eficiencia de Producción había caído por las bajas de larga duración (todas reemplazadas), por las inesperadas de corta duración y por los permisos aprobados por el Gobierno. Habían fallado en las fechas comprometidas del lanzamiento estrella del año, y a la Directora de Marketing no le cupo ninguna duda de que la causa era la baja de la responsable, burn-out llamaban a lo que ella denominaba blandura. Y el de Sistemas. Y la de Logística. Eso sí, todos coincidieron en mírarte a ti, Saco de Boxeo de Recursos Humanos, como si tuvieses un poder omnímodo para recuperar lumbagos, curar clavículas o convencer a la ministra sobre la concesión de permisos.

De poco te sirvió recordarles que el absentismo global estaba por debajo del año anterior, que en Producción y Logística habían gastado un 20% más en ETT’s, que los permisos eran ley, etc. Tampoco te sirvieron argumentos softcomo las mejoras en bienestar (hasta mindfulness) que contribuyeron a la mejora en la encuesta de satisfacción y que os habían colocado en la lista de buenas empresas para trabajar. Es más, todos estos argumentos les dieron alas para asaetearte con comentarios hirientes sobre la falta de mano dura, que antes no pasaba, y que desde que se complementaba la IT hasta el 100% faltaban más. Tu sonrisa irónica fue malinterpretada y aumentó la bronca; los datos que contradecían las afirmaciones anteriores no fueron escuchados y dos de ellos se rasgaron las vestiduras, muy de virgen ofendida, cuando les recordaste que no habían querido tomar medidas disciplinarias basadas en el informe de un detective contratado para confirmar fraudes, y todo para mantener el buen clima. 

La cosa acabó mal, con malas caras, con excusas para no ir a la comida y con deberes para ti: cuando no se sabe qué hacer es el momento adecuado para pedir un plan de acción. Por si te ayuda a construirlo, aquí tienes unas reflexiones:

  • Según un estudio de Adecco el absentismo global en España está en el 7.2%. Existen diferencias entre sectores, llegando al 7.7% en Industria, y sí, efectivamente, ese que esperas que esté más arriba lo está. Según estos porcentajes, es equivalente a que haya un millón y cuarto de trabajadores que no van a trabajar. Escuché en una tertulia que era un millón y medio, pero tampoco vamos a ponernos exquisitos por un cuarto de millón más o menos
  • Muchos de ellos perciben prestaciones de la Seguridad Social, en distintos porcentajes como bien conocéis. Y hay muchas empresas que complementan la IT hasta el 100%, beneficio y conquista social muy apreciado que algunos aprovechan para alargar sus bajas. Sé que os suena, de la misma forma que eliminarlo o modificarlo es una línea roja sindical en cualquier negociación 
  • Hay un consultor que ha visitado muchos países, entorno industrial principalmente, que afirma que el porcentaje de absentismo es proporcional al grado de protección del país. No abogo por eliminar derechos; al contrario, nos ha costado mucho llegar a donde estamos y no debemos retroceder, por lo que la única opción es usar las herramientas con rigor o proporcionar algunas nuevas tales como potenciar el rol de las mutuas
  • He visto propuestas creativas tales como rebajar la protección en un x% y distribuir ese beneficio entre los empleados sin absentismo. Tiene serios inconvenientes, como por ejemplo dañar a quién está realmente enfermo (doble castigo) o que la cantidad a repartir tampoco cambia la vida de los otros; por tanto, sería difícil que lo apoyasen en una votación. Haz cuatro números.
  • Es imposible proponer una fórmula universal del coste del absentismo pero afirmo sin miedo al error que el coste de ese complemento de IT es pequeño comparado con el impacto en producción (son horas directas que no produces, y si encima están en una línea te vas a cortar las venas) o en ventas o en servicio. Además, no te duele ese dinero del complemento en la mayoría de los casos, solo en el de los jetas; por tanto, el problema no es el complemento.
  • Las plantillas envejecen, verdad inmutable, y aumenta el % de empleados fijos. Según ese consultor, el absentismo en general es proporcional a ambos; esto no augura un futuro prometedor. 
  • En muchas empresas (industria, construcción, hostelería,…) el absentismo de corto plazo es el que crea problemas, y contra este hay poco que hacer: engordar tu plantilla para cubrir esas eventualidades o tirar de fijos discontinuos puede ser una solución. Ahora bien, cuidado que no nos cueste más el collar que el perro.
  • Personalmente no soy partidario de proponer incentivos adicionales al salario por no tener absentismo de forma individual o colc.
  • Recurrir a las horas extraordinarias de los compañeros puede ser una solución en algún caso, pero mayoritariamente no. Están para otras cosas, y el control de la Inspección no te va a permitir ni siquiera pensarlo (por cierto, he leído algo sobre la obligatoriedad de permitir a la Inspección de Trabajo acceso telemático a los fichajes…)
  • En el mismo sentido, vamos hacia un sistema que imposibilite las trampillas que algunos (tú no) todavía hacen en fichajes. Es decir, vas a tener absentismo, menos horas de zona gris y una reducción de la jornada sin reducción de salario ni de cotizaciones; más nos vale espabilar con la productividad. Rebajar un 1% el absentismo es el menor de todos tus problemas.
  • Haz algún ejercicio de consultoría para determinar causa y efecto; sospecho que el absentismo no es siempre la causa de todos los males. Afirmo también que es un excelente chivo expiatorio. 
  • También te dañan los permisos pero no puedes hacer nada contra ellos. Son ley y como tal debes acatarlos, de forma estricta por favor
  • No te hagas mala sangre todavía especulando con que la suma de la prometida reducción de jornada y el absentismo van a crear una tormenta perfecta que te llevará a la ruina. Hay muy poquitas empresas que trabajen 40 horas reales/semana, equivalente a más de 1800 horas/año; por tanto, el impacto de bajar de a esas 38,5 de los globos sonda no va a ser un drama en muchas de ellas. Eso sí, parece que todo va a ser a tu costa, sin una mínima ayuda aunque solo sea en cotizaciones sociales.
  • Hay una creencia generalizada según la cual el médico de cabecera otorga bajas antes de que la pida el enfermo. Falso, la mayoría son justificadas pero hacemos categoría de la excepción; la mayoría de tu absentismo no responde a ese perfil
  • Tus colegas del Comité de Dirección son expertos en encontrar excusas para justificar otros problemas estructurales, y el absentismo es muy socorrido. No abogo por la resignación sino por la alfabetización aunque, seamos honestos, las posibilidades de éxito son escasas y te encontrarás que el mismo que te pide medidas drásticas va a recular cuando se trata de sentarse delante del jeta para sancionarlo.

Nuestro querido Director cogió todas estas reflexiones e intentó infructuosamente armar un plan de acción, y no por falta de cualificación por su parte sino porque las líneas rojas son muy gruesas. Personalmente no veo al Gobierno por la labor de atacar este problema; cualquier medida que tomase sería percibida como un ataque a las conquistas sociales y eso podría traducirse en muchos votos menos.

¿Y qué hizo nuestro Director? Crear un grupo de análisis que se reunió varias veces para armar un plan de acción de dudosa viabilidad. ¿Y que hizo el Director General? Convocar otra reunión del Comité de Dirección para tratar otro tema menos sensible; hubo buen rollo, cero tiranteces, y acabó con una comida a la altura de los buenos resultados de la empresa. Como Dios manda. Eso ya lo había visto antes; era como entrar en una de esas habitaciones del tiempo que describe Gueorgui Gospodínov en “Las tempestálidas”. Disfrutad de las vacaciones. Os lo habéis ganado.