¿Harto de leer sobre la vuelta de Donald Trump a la presidencia y el aluvión de órdenes ejecutivas desde su toma de posesión? ¿Te posicionas con los catastrofistas que predicen un futuro sombrío para una Europa vulnerable, o eres de los optimistas que creen que, como antes, esta administración generará muchos titulares y pocos cambios estructurales?
Personalmente, me cuesta tomar partido. Es cierto que muchos cambios prometidos no llegaron a materializarse, pero la realidad geopolítica actual sigue bebiendo de sus decisiones y la continuidad (o disrupción) de su sucesor. No me uno al bando del apocalipsis, pero tampoco ignoro las tormentas que pueden avecinarse.
Inteligencia artificial: el nuevo campo de batalla
No soy experto en política, pero me interesa reflexionar sobre el impacto de sus medidas en la vieja Europa. Para ello, recurrí a ChatGPT en busca de claridad sobre las consecuencias de su nuevo mandato en la gestión de Recursos Humanos. La respuesta fue tan educada como vaga, limitada a información hasta 2023. Intenté con DeepSeek, la IA china que sacudió el Dow Jones y el reinado de Nvidia, pero tampoco encontré respuestas satisfactorias.
Este episodio refuerza la idea de que la competencia global por el liderazgo en IA es clave. Trump ya ha empezado a exigir más velocidad y esfuerzo en desarrollo tecnológico. Y esto nos afecta directamente: veremos avances en selección de talento, formación personalizada, nuevas formas de empleo y automatización en sectores creativos y comerciales. Prepárate para una aceleración que va a cambiar el mercado laboral.
Vuelta al proteccionismo: consecuencias económicas
El “nuevo” Trump se presenta con su característica actitud desafiante. Ha confirmado aranceles del 25% a México y Canadá, ha lanzado amenazas contra los BRICS y ha inquietado a la UE hasta el punto de que Ursula von der Leyen ya ensaya su estrategia de conciliación.
Los expertos prevén una economía estadounidense en auge mientras Europa sufrirá algunos vaivenes. Y ya sabemos qué significa eso: menos inversión, menor consumo y más desempleo. Mientras el optimismo económico europeo se tambalea, indicadores clave como el PIB de Alemania y Francia han caído en el último trimestre. Italia, por su parte, se estanca. Como diría el profesor Rodríguez Braun: ¡¡Cuidadooooo!!
Inmigración: efecto dominó en Europa
Trump ha vuelto a hacer de la inmigración su bandera política, con imágenes de deportaciones que refuerzan su narrativa. Aunque expulsar a 11 millones de trabajadores es inviable, su discurso ya está calando en Europa. Alemania, por ejemplo, estudia alianzas con partidos de ultraderecha que buscan endurecer las políticas migratorias. No veremos expulsiones masivas, pero sí una mayor dificultad para la entrada de inmigrantes y acceso a ayudas, lo que impactará en el mercado laboral.
Esta tendencia podría corregir el modelo actual y, de paso, contentar a ciertos perfiles empresariales. Como aquel jefe de producción que, según cuentan, pidió candidatos con nombres fáciles de pronunciar.
Derechos y diversidad: un retroceso contenido
La administración estadounidense se encamina hacia un endurecimiento en temas de diversidad e inclusión, pero la realidad social probablemente limite su impacto. No creo que esta ola reaccionaria cruce el Atlántico con la misma intensidad, salvo en algunas filiales de empresas norteamericanas que busquen alinearse con la nueva política. En cualquier caso, no espero ni grandes avances ni retrocesos significativos en Europa.
Por cierto, me ha resultado llamativa la presencia de los CEO de las grandes tecnológicas en la toma de posesión de Trump. Se confirma que la inversión realizada empieza a dar frutos, y que algunos de ellos ya buscan mansiones en Washington DC. Un recordatorio de que el poder económico y político van de la mano.
Función pública: el modelo estadounidense vs. el europeo
Elon Musk, primer ministro in pectore de facto, ha prometido reducir drásticamente la administración pública. Propone incentivos para que dos millones de trabajadores federales dejen sus puestos. No llegará a esa cifra, pero si logra la mitad, ya será un cambio notable.
Este enfoque contrasta con el modelo europeo de “más administración”. Asumimos sin cuestionar que haya cada vez más funcionarios, que la oposición sea la salida laboral de muchos jóvenes y que la tecnología no esté mejorando la eficiencia. No se trata de despedir empleados públicos, sino de racionalizar el sistema para hacerlo más eficiente.
Teletrabajo: el fin de una era dorada
Desde la pandemia, el teletrabajo fue visto como la panacea. Ahora, el discurso está cambiando: Google, Meta y las Big Four están imponiendo modelos híbridos con al menos 2-3 días en la oficina. No es una política impulsada directamente por Trump, aunque Musk es uno de sus mayores detractores, como bien saben sus empleados de Twitter o SpaceX.
En Europa, la tendencia seguirá este camino. No creo que sea un obstáculo para atraer talento joven, ya que si todo el mercado se mueve en esa dirección, no habrá muchas opciones. En España, el caso de Holaluz y sus protestas sindicales por la eliminación del teletrabajo es solo un capítulo más en la lucha por la rentabilidad empresarial.
Cosas veredes, amigo Sancho
Y para cerrar, una curiosidad: la famosa frase “Cosas veredes, amigo Sancho” que todos atribuimos al Quijote… en realidad no aparece en el libro. ¿Sorprendido? Seguro que ya estás corriendo a buscarlo en ChatGPT o DeepSeek, según prefieras que tu búsqueda se almacene en un servidor estadounidense o chino.
Al fin y al cabo, esa era mi intención desde el principio: captar tu atención y hacerte reflexionar sobre el futuro que se avecina. Objetivo cumplido.