Para lograr una ética empresarial, según Savater, es requisito imprescindible establecer unos “mínimos socialmente aceptables” en la relación con los RR.HH. La ética de mínimos es una relación entre empresa y RR.HH. que va más allá de lo legal. La asociación inseparable entre ética y RR.HH. nos permite señalar al grado de madurez y políticas de RR.HH. de las empresas como un excelente indicador de su grado de ética. La ética empresarial se sostiene sobre las políticas y decisiones hacia los empleados y se proyecta en las decisiones sobre otros colectivos: clientes, proveedores, instituciones…
Para lograr una ética empresarial, según Savater, es requisito imprescindible establecer unos “mínimos socialmente aceptables” en la relación con los RR.HH. La ética de mínimos es una relación entre empresa y RR.HH. que va más allá de lo legal. Y ese mínimo, en la historia de la empresa, es cada vez “menos mínimo”. Las exigencias son cada vez mayores.
Sea por un objetivo utilitarista (los profesionales trabajan mejor si están satisfechos y motivados en su trabajo) o por pura orientación a las personas, la realidad es que las empresas se esfuerzan cada vez más en establecer políticas transparentes de RR.HH. que eliminan el concepto “recurso” y centran el modelo de negocio en las personas: el cliente y los empleados. Conceptos como “experiencia empleado”, “employee centricity”, “felicidad del empleado”, se gestionan en algunas unidades de RR.HH., replicando el enfoque de los compañeros de marketing, con el empleado en el foco de atención.
La asociación inseparable entre ética y RR.HH. nos permite señalar al grado de madurez y políticas de RR.HH. de las empresas como un excelente indicador de su grado de ética. Departamentos de RR.HH. opacos, administrativos…, pueden ser una señal de políticas de RR.HH. discrecionales, injustas y/o personalistas,.. Departamentos de RR.HH. transparentes, estandarizados, con presencia en los Comités de Dirección, ya pueden indicar un interés real de la empresa por las personas y su gestión.
La ética empresarial se sostiene sobre las políticas y decisiones hacia los empleados, y se proyecta en las decisiones sobre otros colectivos: clientes, proveedores, instituciones…
UNA VISIÓN DE LA ÉTICA EMPRESARIAL
Hace 10 años comprobábamos el impacto real de la falta de ética en la gestión de las empresas: Enron, Arthur Andersen y Morgan Stanley, son ejemplos concretos. Al mismo tiempo que el mundo occidental se horrorizaba por esas malas prácticas y, entre otras medidas, se reforzaba o incluía como obligatoria la asignatura de ética en todas las escuelas de negocio, en España, los consejos de administración de las cajas de ahorro evidenciaban unos comportamientos nada ejemplares, ilegales, o incluso, penales.
Las posibles consecuencias de la falta de ética en la gestión de las empresas quedaban demostradas, pero… ¿mejoran los resultados de las empresas cuando la gestión se construye sobre la base de principios éticos?
Existe una tensión histórica entre la ética y los resultados, como si los objetivos de un negocio y los objetivos éticos fueran opuestos. En una visión simplista, nos encontramos, por un lado, con profesionales sólo preocupados por alcanzar los resultados, que pasan por encima de cualquier enfoque o acción ética si consideran que les perjudica en su rendimiento, y, por otro lado, los profesionales preocupados por los comportamientos éticos para los cuales, ganar dinero no es prioritario.
Es una visión simplista, por lo tanto, maniquea.
Siguiendo a Savater, la perspectiva ética en la empresa se puede establecer en diferentes niveles:
− Nivel personal e individual: de acuerdo con la tarea y responsabilidades que desempeñe.
− Nivel organizativo: con dos principales actividades: adecuación de los fines y medios, y el justo reparto de tareas y remuneración.
− Nivel exterior: relación con proveedores, clientes, competidores, instituciones…
− Nivel estructural, es decir, reflexión ética sobre el sistema mismo de la economía de mercado, y reconciliación entre innovación, deseo de beneficio y armonía social.
Centraremos la reflexión en los dos primeros niveles: organizativo y personal.
NIVEL ORGANIZATIVO
La empresa es la responsable de poner las bases, la estructura, de una “forma de hacer” ética en la empresa. Es decir, la empresa es responsable de crear un clima favorable que refuerce los comportamientos éticos en sus trabajadores. Diferenciamos entre ética y leyes, puesto que las leyes son reactivas y penalizan los comportamientos no deseados. La ética es proactiva, dirige hacia el futuro, la innovación.
¿A través de qué herramientas se articula esta función?
− Identificando, definiendo y comunicando la misión, visión y valores de la compañía. Es el propósito y el ADN. El por qué, el para qué y el cómo. Responder que una empresa vive por y para “ganar dinero” es como si una persona responde que vive para “respirar”. Por supuesto, la empresa tiene que ganar dinero para sobrevivir, la cuestión es cómo y el impacto de su uso.
− La traducción de los valores de la compañía se materializa en los códigos éticos. Éstos son una versión actualizada de las virtudes que Aristóteles detalló en sus escritos sobre ética. El término moral está bajo sospecha, pero morales son los comportamientos que aconsejan/obligan la concreción de los códigos. Una manera de profundizar y conocer si una empresa se rige realmente por estos principios, es si existen datos relevantes en los cuadros de mando de la compañía asociados a sus valores/comportamientos, y qué consecuencias tiene el regirse por estos principios o no hacerlo.
− El código de buen gobierno, para los órganos de gobierno. Atendiendo a las recomendaciones del código, por ejemplo, de la CMNV, donde se proponen formas de hacer que tienen que ver, entre otros, con “interés
social”, “buena fe”, “ética”, “representación femenina en los Consejos” o “impacto en la comunidad y en el medioambiente”
− Responsabilidad Social Corporativa: Es una función transversal que impacta en todas las áreas de la organización (modelo de gobierno, clientes, oferta, talento y entorno). La empresa asume su responsabilidad y pone en marcha planes de actuación con impacto interno y externo.
NIVEL PERSONAL
La decisión personal es la base de la ética, y, por lo tanto, de la ética empresarial. El que una empresa sea ética o no, dependerá de lo que finalmente hagan sus colaboradores. Volviendo a esa visión simplista de la tensión entre ética y resultados, los profesionales sólo podríamos elegir entre convertirnos en unos tiburones despiadados capitalistas, o en unos voluntarios sin orientación a resultados con el único ánimo de favorecer un buen clima de trabajo… y todo ello en función de cómo o qué comportamientos favorezca la empresa en la que trabajemos.
Desmontemos esta simplificación:
− La visión empresarial no está reñida con la ética. Un profesional debe conseguir resultados y estos no tienen que estar asociados a una falta de ética.
− Una persona ética considera que el fi n no justifica los medios, y que hay diferentes formas de alcanzar los resultados, resultados necesarios para la supervivencia de las compañías.
− Las personas nacemos libres y por lo tanto somos responsables de nuestras propias decisiones y comportamientos, en contextos favorables y desfavorables.
Las leyes, reactivas, ya han cambiado y toman nota de la responsabilidad individual de los profesionales con poder de decisión en las empresas.
LA DECISIÓN FINAL: RESPONSABILIDADES
La evolución en la relación entre empresa y ética es positiva a lo largo de la historia. En los últimos años, las empresas están adoptando unas herramientas, más o menos estructuradas y transversales, que les garantizan una imagen ética y responsable con datos cada vez más positivos. Entre otros:
− Igualdad de género, con un aumento del porcentaje de mujeres en los órganos de decisión, diseñando planes de actuación concretos de acuerdo a las recomendaciones del código de buen gobierno y códigos de buenas prácticas existentes.
− Impacto medioambiental, con una conciencia creciente de ese impacto y medidas concretas para minimizar y mejorar el impacto, atendiendo a la economía circular.
− Incorporación del modelo de informe integrado, con una visión mucho más amplia y completa de la empresa, al valorar y gestionar los intangibles de las compañías.
La preocupación de todos los actores aumenta con respecto a los medios y el impacto. Celebremos lo alcanzado hasta ahora e identifiquemos los próximos retos. Hay que seguir trabajando en este camino de mejora permanente, profundizar en el contenido, en el modelo de gestión y liderazgo, siendo conscientes de que la última responsabilidad se encuentra en el individuo, y es a él al que le toca tomar la última decisión, actuar y asumir las consecuencias.
Contestemos a la pregunta: ¿mejoran los resultados de las empresas cuando la gestión se construye sobre la base de principios éticos? Es discutible a corto plazo, pero parece incuestionable que la supervivencia de las empresas a largo plazo pasa por una estrategia y conducta ética.
Todos nosotros, como clientes finales, inclinaremos la balanza hacia un lado u otro. La decisión de compra es nuestra, por lo tanto, nuestro es el poder de decidir entre unos servicios / productos u otros. De hecho, las acciones / políticas más o menos éticas de las empresas ya están teniendo un impacto en la decisión de compra. Reforcemos el fin y los medios.
Hasta los mayores inversores del mundo capitalista están dispuestos a invertir en empresas que demuestren sensibilidad y actuaciones éticas. Asumamos la responsabilidad que nos toca, como profesionales, y como clientes. El margen de actuación es enorme.
Bibliografía
ARANGUREN
José Luis L.: De ética y de moral.
ARISTÓTELES
Ética a Nicómaco.
SAVATER, Fernando
Ética para Amador, Ética para la empresa.