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La gestión del cambio, la resiliencia o el análisis y desarrollo organizacional no serían lo que son hoy en día sin la contribución de autores como Arie de Geus o Peter Senge, que a finales del siglo pasado contribuyeron a una nueva corriente de gestión empresarial basada en el aprendizaje, la teoría sistémica, y la concepción de los entornos y equipos de trabajo como organismos vivos y cambiantes.

Desde esta perspectiva, y si tomamos la analogía de la empresa como un ente vivo, tiene sentido afirmar que los procesos que ocurren dentro de una organización, igual que sucede con el cuerpo humano, están interrelacionados y forman parte de un todo; y como tal, si uno falla, el resto se resiente.

Ineficiencias organizativas, una desalineación de la estructura organizativa respecto las necesidades del negocio, un ambiente de trabajo enrarecido, o un estilo de liderazgo poco efectivo son solo algunos de los síntomas que pueden surgir a lo largo de la vida de una empresa.

Para darles solución, y de paso evitar que otras partes de ese “todo” que constituye la organización se vean afectadas, será fundamental actuar con rapidez mediante un procedimiento diagnóstico que ayude a entender la realidad de la empresa: el análisis organizacional.

Podríamos decir que el análisis organizacional es a la empresa como el chequeo médico lo es a las personas, y en ambos casos, si se quiere obtener un resultado fiable y eficaz, requiere de un modelo de intervención bien definido y realizado por profesionales, que aborde la situación desde un enfoque sistémico a través de:

  • La identificación de los objetivos que se pretende conseguir con la intervención.
  • El análisis de los principales parámetros organizativos y culturales. Para comprender la organización es necesario conocer todos aquellos aspectos que determinan la cultura y funcionamiento de la organización con una visión sistémica.
  • El diagnóstico en base a la información recogida en fases previas, desde la perspectiva de los aspectos de mayor impacto para la empresa (organizativos, emocionales, relacionales…) A través del empleo de diversas herramientas, se estructura un diagnóstico organizacional, dando visibilidad a las distintas dimensiones organizativas.
  • El diseño de un plan de acción que permita abordar cada uno de los objetivos con coherencia y visión estratégica, y que siente las bases de futuro a nivel organizativo y de gestión de personas. En colaboración con la empresa, se detalla un plan de acción simple, útil y a medida, con quick wins a corto plazo y estrategias a medio y largo plazo.

En una fase posterior, y siempre que la empresa así lo desee, se la acompaña en la implementación y ejecución del plan de acción mediante intervenciones planificadas en los procesos organizativos oportunos.

Por supuesto, si este proceso resulta demasiado elaborado, siempre se puede acudir a “San Google” y aplicar un DIY (do it yourself) en toda regla. Sin embargo, no garantizamos el éxito en el resultado.

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