Me cuentan que el origen de la Ley del Péndulo fue descubierta por Galileo Galilei. Se encontraba en la Catedral de Pisa, y, mientras miraba la oscilación de un candelabro de aceite y comprobaba que tardaba lo mismo de un extremo al centro que del otro de nuevo al centro, estableció la Ley del movimiento pendular.
Sea éste u otro el origen, lo cierto es que posteriormente lo hemos aplicado a muchos otros ámbitos de nuestra vida. En general, para mostrar el movimiento de vaivén que caracteriza a todo lo referido al comportamiento humano: al ámbito de tendencias políticas, las modas, los vaivenes emocionales, etc.
Hace ya unos días que, de forma recurrente, van apareciendo noticias sobre la “vuelta al trabajo presencial”.
Lo último, noticias aparecidas en Forbes, y de las que se han hecho eco la prensa generalista del país: el grupo de empresas denominadas GAFA (léase Google, Apple, Facebook & Amazon), están ya realizando movimientos en USA para que sus empleados vuelvan a la oficina. Que no “al trabajo”, del que no se habían ido en ningún momento. Leemos que están adquiriendo más espacio para oficinas, que ya han notificado, en algunos casos, a sus trabajadores las limitaciones al teletrabajo, etc.
Las tecnológicas han sido para muchos el “espejo donde mirarse” en cuanto a modelos y estilos de gestión: crecimientos espectaculares (no siempre rentables), oficinas con estructuras rompedoras, organizaciones basadas en modelos de eco-sistemas, free style, rapidez en la toma de decisiones, adopción del teletrabajo como modo de subsistencia desde el primer día de la declaración de la pandemia…
Resulta tan obvio que la presencia, el contacto humano, la relación de proximidad, tiene tantas ventajas, como que su dosificación también las aporta.
El “teletrabajo” no es una moda pasajera. Es únicamente una manera más de trabajar. Trabajamos en la oficina, en casa, en la terraza de Starbucks, en casa del Cliente, o en el trayecto del Ave. A partir de ahora, de forma más equilibradas entre ellas. O, si me permitís, modelada por el sentido común o por la Ley del Péndulo.
Pero la comunicación efectiva, la que nos aporta valor, la rapidez del aprendizaje, la integración de nuevos miembros, el fortalecimiento de nuestros valores corporativos, seguirá enormemente vinculada a la presencia, al contacto directo y próximo y la coincidencia de las personas con más o menos frecuencia en el mismo espacio físico.
De lo que aún distamos es de ser conscientes y mejorar nuestros hábitos de desconexión, de los que poco hablamos….. Todavía.