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Cuando releo mis columnas advierto – no sin sorpresa – que cada vez estoy más cansado de la
falta de liderazgo de las instituciones, o me da cada vez más pereza aplicar normativas que
están claras en las mentes de nuestros gobernantes pero ambiguas en la interpretación de las
empresas, y alguno de vosotros me dice que también en la de otros ámbitos como los
tribunales o la Inspección. Quizás solo es una prueba de la agresiva afectación que el
calendario implacable ejerce sobre mi cerebro, no solo sobre mi fisonomía. O simplemente la
constatación de que sigo lúcido y son nuestros gobernantes quienes invierten más tiempo en
propaganda y amagos de amenaza, en medios de comunicación habitualmente, que en legislar
para todos y conseguir consensos; una vez conseguido el titular de la prensa (“El Gobierno –
loado sea – reducirá la jornada laboral a 37,5 horas semanales”) basta con repetirlo muchas
veces y culpabilizar a la otra parte si no se pliega a los deseos de la parte gobernante,
empeñada en defender los intereses de los trabajadores y no tanto los de los generadores de
empleo.


¿Quién puede ir en contra de un interés tan noble como el de reducir la jornada laboral para
que todos podamos conciliar mejor, jornada que – fíjese usted – lleva inalterada desde tiempos
inmemoriales (BOE 30 junio 1983)? El hecho de que la reducción de jornada se haga sin
reducción de salario obliga de facto a las empresas a aumentar su productividad en la misma
proporción para empatar en la ecuación de la competitividad: pues que lo hagan ¿no? Proponer
ayudas, reales no cosméticas, a esa transición o incentivos parece que ya sería un bonito
sueño; parece más importante cumplir el acuerdo de investidura entre el PSOE y Sumar.

Llevamos muchos meses dando vueltas a la misma noria y creo que hay muchos, no solo este
impaciente escribidor, que manifestamos un grado de hartazgo relevante. ¿Harto de qué?


Harto de no disponer de la información sobre lo que están discutiendo. Si la CEOE es el
interlocutor y llevan no sé cuantas reuniones, no les costaría mucho distribuir algo de
información, no sé, un borrador, sobre las posiciones, los avances, etc para que podamos
generarnos opinión e influir. ¿Coincide la opinión de esta patronal con la de Foment? ¿Y la de
Confebask? ¿Y Cepyme? ¿Pimec? Me consta que hay divergencias en las posturas y en la
respuesta al Gobierno, como no puede ser de otra manera, y esas posiciones serán
probablemente secundadas por los partidos de referencia para cada uno de ellos; dado que
cualquier escenario acaba en un trámite parlamentario parece aconsejable un mayor consenso.
Pensándolo bien, esto no garantiza nada ya que cualquier votación está supeditada
actualmente a los vaivenes e intereses políticos del momento, que no siempre coinciden con el
interés general.


Harto de no poder planificar. El impacto no es el mismo en todas las empresas; si tienes una
organización productiva a turnos 24/7 ya puedes ir contratando y formando, con la ventaja de
que puedes calcular con precisión los que vas a necesitar en cada escenario. Si tienes una
empresa con horario de apertura al publico ya puedes ir pensando en como te lo vas a montar
para no pagar más ni contratar ni hacer horas, a menos que decidas reducir el servicio y quizás
facturar menos. Que un ingeniero en una multinacional química trabaje una hora menos a la
semana quizás no sea dramático; que cierres tu negocio media hora antes cada día puede
serlo.

Harto de los globos sonda. Seguro que habéis oído alternativas, como la que especula que la
reducción de jornada no se aplique a los convenios en vigor hasta su renovación; imagina que
has firmado cinco años con la expectativa de que la ministra cumpla su promesa y te
encuentras con ese pastel…¿alguien tiene alguna duda de que los sindicatos forzarían la
negociación en este punto especifico?


Harto de no conocer el impacto real. Según un informe de BBVA Research de diciembre de
2023, el 53.6% de los asalariados tenían una jornada superior a 37.5 horas semanales; la cifra
coincide bastante con el % de convenios de Catalunya cuya jornada no se vería afectada por la
norma, según Foment. Grosso modo, esta medida afectaría a la mitad de la población, si bien
hay que pensar que habrá una negociación para la reducción de jornada en aquellas empresas
que están ya por debajo y que querrán mantener el diferencial. ¿Y cómo se ha llegado a esta
situación? Pues por la vía más efectiva: la negociación individual en cada empresa o sector, lo
más adecuado para acompasar la negociación a las necesidades y oportunidades. ¿Y por qué
no se puede utilizar esa vía ahora? Por el ánimo intervencionista del Gobierno. Me parece bien
propinar un empujón para acelerar el cambio y ponerles un petardo a los reticentes pero hay un
gran trecho entre no hacer nada y sacar un decreto que va a dificultar la competitividad de
algunas empresas, empresas a las que no permitiremos hacer más horas extra porque eso iría
en contra de los principios. Según ese mismo informe la diferencia entre la jornada real y ese
límite de 37.5 horas ha caído un tercio desde 2007, y eso sin la intervención del Gobierno, sea
progresista o no. No es casual que la productividad aumente en todas las economías de forma
proporcional al descenso de jornada individual y no creo que la intervención directa de los
gobiernos sea el factor primordial.


Harto de no saber el objetivo final. Si este es la mejor conciliación de la vida familiar y laboral
de la mitad de los asalariados, nada que decir, seguro que lo apreciarán. Ahora bien, si el
objetivo es la creación de empleo quizás habría que pensarlo mejor; el resultado en Francia ha
sido, cuando menos, controvertido. Los números macro, como el papel, lo aguantan todo; si
eres una pyme con 10 empleados ya puedes empezar a ser creativo para contratar a 0.3
adicionales. Si no hay medidas compensatorias, BBVA estima que la reducción de tiempo de
trabajo podría restar 6 décimas al crecimiento promedio del PIB en el próximo bienio, no
despreciable.


¿Y cual es el perfil típico del asalariado que se beneficiaría de esta medida? Pues no debería
ser especialmente relevante para esta discusión; para saciar tu curiosidad te diré que, según
ese mismo informe, dos tercios son hombres, que trabajan en el sector privado y que tiene
entre 30 y 35 años. En Cataluña casi un 60% de ellos se beneficiaría de esta medida.
En fin, un lío de proporciones catedralicias que dejará pelos en la gatera, especialmente en el
tejido de pymes. Y no obviemos la actuación del Gobierno, unos artistas de sobrevivir en el
alambre sean cuales sean las circunstancias; insisto en que el propósito me parece loable si
bien veo oportunidades de mejora en el procedimiento. No me resisto a finiquitar estas
reflexiones sin recuperar unas letras de mis admirados Viva Suecia en “El bien”:


No te creas lo que dicen los cantantes,
No hagas caso a la mitad de lo que ves,
La verdad es que nada es tan importante,
La verdad es que nada es tan importante.